Las conversaciones comerciales entre Estados Unidos y China del lunes abarcaron más que solo aranceles.
Funcionarios estadounidenses y chinos se reunieron en Londres el lunes para hablar sobre comercio, en lo que podría representar una desescalada de la guerra comercial entre las dos economías más grandes del mundo. Las conversaciones concluyeron a media tarde (hora del este) y estaban programadas para continuar el martes, según informó Bloomberg.
Según se informa, las conversaciones abordaron la transferencia de tecnología y los metales de tierras raras.
Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional, declaró antes de la reunión que uno de los objetivos de las negociaciones era lograr que China levantara las restricciones a las exportaciones de tierras raras. China impuso las restricciones en abril, en el punto álgido de las tensiones comerciales entre ambos países.
China controla gran parte del suministro mundial de tierras raras, como el neodimio y el terbio, que se utilizan en la fabricación de coches eléctricos, drones y electrónica avanzada.
«Queremos que las tierras raras —los imanes cruciales para los teléfonos móviles y todo lo demás— fluyan igual que antes de principios de abril, y no queremos que ningún detalle técnico lo ralentice», declaró Hassett en el programa Face the Nation de CBS el fin de semana.
La industria estadounidense se ha visto gravemente afectada por las restricciones chinas a la exportación de tierras raras. Reuters informó la semana pasada que varios fabricantes de automóviles estadounidenses se enfrentan a la escasez y están deteniendo la producción de ciertos vehículos.
«Nos está yendo bien con China», dijo el presidente Donald Trump en una mesa redonda empresarial casi al mismo tiempo que finalizaban las negociaciones del lunes.
«China no es fácil.»
Asegurar las fuentes de tierras raras ha sido un objetivo clave de la política exterior de Trump al inicio de su mandato. Trump ha citado el acceso a las tierras raras como justificación para la «adquisición» de Groenlandia, y el mes pasado firmó un acuerdo con Ucrania que otorga a las empresas estadounidenses un trato preferencial en la explotación de yacimientos de tierras raras en el país devastado por la guerra.
Las conversaciones también podrían abordar otros temas, como los elevados impuestos a la importación que ambas naciones se han impuesto mutuamente.
Estados Unidos suspendió algunos de sus aranceles más altos contra China, que llegaron al 145 % en abril, durante 90 días para permitir las negociaciones. La pausa expira en agosto. Mientras tanto, ambos países aún mantienen aranceles elevados entre sí.
Combinando varios aranceles, Estados Unidos cobra un arancel promedio del 51% a los productos chinos, y China un arancel del 32,6% a Estados Unidos, según calculó el Instituto Peterson de Economía Internacional a mediados de mayo.
El resultado de las conversaciones podría tener implicaciones importantes para la trayectoria de la economía de ambos países y para los consumidores estadounidenses, que podrían enfrentar escasez o fuertes aumentos de precios para muchos productos fabricados en China si la guerra comercial se intensifica.